11.7.10

Dime qué quieres hacer cuando esto nos lleve a creer que no hay nada más que lo presente. Qué haremos cuando no podamos prescindir de un segundo de nuestras vidas cruzadas. Cómo fingiremos que no nos necesitamos, cómo jugaremos a esquivarnos los ojos. Dime tú que vamos a hacer si no podemos rozarnos con algún pretexto estúpido. ¿Podremos callar sin explicarle a nuestras manos que bailábamos en el filo de un cuchillo?



No olvides, cariño, que yo voy descalza.

6.6.10

- Me duele el corazón, ¿no lo notas?
- ¿Por qué habría de notarlo?
- Porque lo tienes tú. Me lo robaste una noche, mientras dormía.
- No, te equivocas. Yo solo te hacía cosquillas.

24.5.10

28 de Marzo de 1941

Querido,

estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta?, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tú. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.

Virginia




si alguien podía salvarme, hubieras sido tú

25.4.10

Abrazos o balazos.

Tú decides.

16.4.10

Alicia dice que te quiere cuando ya te ha abandonado.

6.4.10

Me había convertido en una de esas manos diminutas que recortan y pegan, quitan de allí y pegan de allá, suben, bajan, retuercen, retocan, toquetean y queman. Me había convertido en una inventora de vidas, pero no vidas cualquiera, no. Una vida, la tuya, que ahora tenía a mi lado, en un rectángulo de papel, en un rincón de la cabeza, en mi sonrisa o en mi cama. Te tenía a mi antojo y ya no dolías, solo callabas lo que quería oír, o más bien no decías lo que ya podía oír. Yo me quedaba quieta y tú también, yo suspiraba y tú te apartabas, o me besabas, según el día y la fecha y mis ganas. Era perfecto, o al menos eso pensaba hasta que un día conduciendo eché la mano a tu rodilla y no noté nada. Nada. No estabas y tampoco aparecías.



Eran las 7:21 y conducía sola un coche gris.